Reflexiones

Principios básicos para educar

Educar bien es enseñar a conocer las propias posibilidades, desear crecer, aceptar nuestras limitaciones y nuestras virtudes de forma sana.

 Es enseñar a adaptarse a todas las situaciones, buenas y malas.

 No es proporcionarles experiencias buenas y aislarle de las malas; es ayudarle a aprender de ellas.

 Para educar bien no existen recetas: se aprende de experiencias concretas y luego se generaliza.

 Educar es una toma de decisiones constante, y nuestras decisiones están muy influenciadas por cómo hemos sido educados.

 Educar a un hijo no es compensarle por lo que no hemos recibido en nuestra niñez: “los niños no nacen con tus carencias ni tus necesidades; no se las crees”.

 Debo ser consciente de lo que me trasmitieron cuando me educaron.

 Debo educar en el presente con perspectiva de futuro.

 Una mala actuación ahora se paga con creces en el futuro.

 No debo angustiarme, si no puedo, busco ayuda.

 Para educar bien es necesario tener sentido común.

 Muchas veces necesitaremos una visión objetiva desde fuera.

 No existen los superpadres; todo el que te comente que su relación con su hijo es perfecta, puede ser que necesite aparentar o que no quiera ver los problemas.

 Nada es lo mismo para un hijo que para otro.

 Educar bien no es buscar las mismas condiciones para todos, sino dar a cada hijo lo que necesita: Hacerlo así no es ser injusto, ayuda a los hijos a crecer aceptando la individualidad de cada uno.

 Educando voy a cometer errores.

 No hay error que no se enmende.

 Puedo rectificar sin perder la autoridad.

 Sé positivo: dile a tu hijo lo que te gusta y pon un límite a lo que no.

 Un niño es una antena parabólica constante: se entera de todo, lo imita todo: el niño aprende más de lo que ve, que de lo que le decimos.

 El mayor deseo del niño es controlar el entorno, en el que también estamos nosotros: controlar nuestras reacciones le fascinará, aunque sea a costa de que nos enfademos con él.

 El niño necesita libertad conducida.

 Si nosotros no ponemos límites a su conducta, lo hará él.

 Nunca debo mentirle; si le enfrento a aquellas cosas que no le gustan pero que debe aceptar, le preparo para asumir la realidad.

 Si le miento le haré un inmaduro (necesitará que le disfracemos las cosas para aceptarlas) y un inseguro (si no me puedo fiar de mis padres: ¿de quién me puedo fiar?).

 Debo explicarle las cosas (casi siempre) de formas breve, aunque a veces también necesitan un “porque lo digo yo”.

 Levantar los castigos o encubrir los errores sólo es sobreprotección: las personas sólo aprendemos de los errores si vivimos las consecuencias de los mismos: crearemos chicos inmaduros incapaces de enfrentarse a la frustración.

 El mayor deseo de un niño es que sus padres estén pendientes de él.

La atención es nuestra mejor arma: quien sabe cómo y cuándo prestar atención a su hijo, sabe educar.

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mÍ.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mÍ.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mÍ.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy, hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.

Quiero aprender

Quiero aprender a oírte sin juzgarte,
Quiero que me enseñes a opinar sin darte consejos,
Quiero aprender a confiar en mí sin exigirme,
Quiero enseñarte a ayudarme sin intentar decidir por mÍ,
Quiero aprender a cuidarte sin anularte,
Quiero que me enseñes a mirarte sin proyectar cosas en ti,
Quiero que aprendas a animarme sin empujarme,
Quiero enseñarte a abrazarme sin asfixiarme,
Quiero aprender a sostenerte sin hacerte cargo de ti,
Quiero que me enseñes como protegerte sin mentiras,
Quiero aprender a acercarme a ti sin invadirte,
Quiero que aprendamos a aceptar las cosas del otro que más nos disgusta, tanto como para no pretender cambiarlas,
Quiero que hoy, después de lo aprendido yo de ti y tu de mÍ, seamos capaces de elegirnos otra vez sin condiciones.


Jorge Bucay

Crecer en autoestima y desarrollo personal

En todo el mundo no hay nadie como yo.
Hay personas que tienen algo en común conmigo, pero nadie es exactamente como yo.
Por lo tanto, todo lo que surge de mi es verdaderamente mío porque yo sola lo escogí.
Soy dueña de todo lo que me concierne:
De mi cuerpo, incluyendo todo lo que hace;
mi mente, incluyendo todos sus pensamientos e ideas;
mis ojos, incluyendo las imágenes de todo lo que contemplan;
mis sentimientos, sean los que sean, ira, gozo, frustración, amor, desilusión, excitación;
mi boca, y todas las palabras que de ella salen, corteses, tiernas o rudas, correctas o incorrectas;
mi voz, fuerte o suave y todas mis acciones, ya sean para otros o para mí misma.
Soy dueña de mis fantasías, mis sueños, mis esperanzas, mis temores.
Soy dueña de todos mis triunfos y logros, de todos mis fracasos y errores.
Como soy dueña de todo mi yo, puedo llegar a conocerme íntimamente.
Al hacerlo, puedo amarme y ser afectuosa conmigo en todo lo que me forma.
Puedo así hacer posible que todo lo que soy trabaje para mi mejor provecho.
Se que hay aspectos de mí misma que me embrollan y otros aspectos que no conozco.
Mas mientras siga siendo afectuosa y amorosa conmigo misma,
valiente y esperanzada, puedo buscar las soluciones a los embrollos
y los medios para llegar a conocerme mejor.
Sea cual sea mi imagen visual y auditiva, diga lo que diga, haga lo que haga, piense lo que piense y sienta lo que sienta en un instante del tiempo, esa soy yo.
Esto es real y refleja donde estoy en ese instante del tiempo.
Más tarde, cuando reviso cual era mi imagen visual y auditiva, que dije y que hice, que pensé y que sentí, quizás resulte que algunas piezas no encajen.
Puedo descartar lo que no encaja y conservar lo que demostró que si encaja.
E inventar algo nuevo en vez de lo que descarte.
Puedo ver, oír, sentir, pensar, decir y hacer.
Tengo las herramientas para sobrevivir, para estar cerca de otros, para ser productiva,
y para encontrar el sentido y el orden del mundo formado por la gente y las cosas que me rodean.
Soy dueña de mí misma,
Y por ello puedo construirme.
Yo soy yo y estoy bien.

Virginia Satir

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor, revise los detalles y acepte el servicio para ver las traducciones.